Con el calendario político crece la necesidad de evitar que el pensamiento se desvíe de la realidad y de la historia de los hechos innegables. Si bien se debe aplicar el cambio o la mejora que los procesos requieren de vida humana hay que salvar experiencias del abuso del poder, arriando banderas ante las narices de los fieles convencidos de la necesidad de dignidad, a través del desarrollo que implica esfuerzo de todas las partes; y no sólo de los que hacen lo físico prestando los servicios a las comunidades.
Está claro que integrar esfuerzos, apoyos y beneficios es la clave de la estabilidad en el espacio de las comunidades. La solidaridad no sólo la deben ejercer los desposeídos sino también los que se sirven de los recursos; que merecen los desempeños, esfuerzos y compromisos, respetando el equilibrio que nadie debe dominar. Hay que rescatar lo genuino de lo natal o de lo que adquirido para la integración de las mayorías,
Sabemos que hubo y habrá intereses y personas que impulsan lo individual sin priorizar el bien común.
Sabemos que no es fácil enfrentar al poder enorme que tiende a dominarlo todo, pero el compromiso y el respaldo hacen posible la protección de lo propio y lo común, con integración en sociedad. Si arrancamos juntos hay que terminar de ese modo y nunca cambiar de caballo a mitad del río, pero sí preverlo antes de meterse al agua.
Todos somos responsables cuando el que debe gobernar también lo es y no abusa del poder, de la simulación y del engaño. Si sos, soy, somos sinceros y respetuosos del compromiso, el resultado difícilmente sea negativo.
Antes de equivocarse a conciencia hay que tomar esa reserva y actuar en consecuencia para multiplicar los logros y los panes. Se vienen tiempos de decisiones y la civilidad debe participar una vez más tomando conciencia de la realidad que marca diferencias. Si vemos el daño no lo tomemos por gusto personal y respetemos lo que hizo posible, el beneficio sin distinciones.