El mentado derrame de la riqueza fue y es una falsedad ideológica con la que engañan a los pueblos. Nada de la riqueza concentrada riega las necesidades sociales. Hay que llevar esa cuota parte a las bases sociales. A los sectores más desposeídos que viven y mueren sabiendo de su expulsión desde los intereses ajenos a las necesidades.
Los peligros que atentan contra la vida digna y el Estado de Derecho deben ser erradicados con solidaridad, educación y formaciones que den alternativas de trabajo y que los empresarios sean condescendientes con el derecho a la dignidad, a partir de la oferta laboral. Y para que el empresario ofrezca trabajo debe haber consumo y para ello la economía debe compartirse para el desarrollo.
Ya nadie regala y por ello, hay que agacharse y levantar la rama, la hoja o la flor para rescatar la vida natural. El pueblo tiene Derechos. Los gobiernos deben tomar la Constitución para la equidad, la justicia, participación social y regarla como a los árboles sin distinción de especie.
Mucho se habló del coraje de ciertos personajes devenidos de la riqueza concentrada que dejaron injusticia y endeudamiento. El mejor coraje es de quien gobernando, rescata la Carta Magna guía cotidiana.
No esperar las migajas para las fotos de los que señalan la casta y la ejercen de maravillas, disfrazados de justos por un cambio superador.
Nunca lo cumplieron, siempre lo prometieron riendo entre bambalinas antes y después del discurso engañoso, falso y atentatorio del Estado de Derecho. El que hay que revivir para bien de todos, sin exclusiones y con la justicia social despreciada.
Si a los pobres les va bien y si a los pueblos provinciales les va bien, tendremos la grande y gloriosa Nación. Lo contrario lo conocimos y nada mejoró. Con voluntad ajustarnos a la realidad sin egoísmos a favor de la comunidad, de manera articulada y a través los tiempos como política de Estado.


