La historia no sólo muestra el antecedente de las invasiones inglesas fallidas, en el intento de tomar Buenos Aires. El lejano Oriente exhibe guerras perpetradas por gobiernos de los Estados Unidos de Norteamérica por ejemplo, en Vietnam. De hecho está pendiente la situación de las Islas Malvinas, o las intervenciones armadas de los EEUU en el Medio Oriente. Pares de ejemplos que con el paso del tiempo han tenido coincidencias por insistencias que suelen llamar disimulando la gravedad, geopolíticas.
Expansionistas y provocadores que en casos actuaron en conjunto, asociados y con fines comunes. Las guerras siguen siendo el gran negocio de unos pocos empresarios del horror.
En estos días vemos o escuchamos que el conflicto entre Pakistán y la India se ha reflotado. Caso que tiene antigua data desde fines de la década de los años 40. Dos países de rica e importante tradición cultural que exhibe la contradicción del belicismo, que dada la evolución tecnológica puede resultar fatal. Conflictos en los que en Pakistán, casualmente han intervenido apoyando tanto gobiernos de Inglaterra como de los EEUU.
Causalidades devenidas de la tradición divisionista y armamentista contra la convivencia internacional. Países de alto rango científico incluyendo la tenencia de armamento nuclear. Elementos que agravan el clima de la puja existente por ejemplo, en la región de Jammo/Cachemira, prácticamente divida entre las partes, que adjudican ataques “terroristas” mutuos, al extremo de que el gobierno pakistaní alegara que responderá a la “guerra de baja intensidad”, de manera contundente.
Gravedad amenazante con recursos nucleares que, de utilizarse en su mínima capacidad destructiva, podrían morir unos 80 millones de personas. Vale expresar el deseo sobre la importancia del diálogo y el entendimiento, dejando de lado el estilo violento que conocimos con el libertinaje capaz de provocar daños irreparables.
