Carlos Menem durante su gobierno aseguraba con fines nefastos, propios del ideario neo liberal de algunos funcionarios que lo acompañaron, que se habían terminado las ideologías. Llamó la atención el mensaje de parte de quien fuera perseguido y encarcelado por su condición de peronista. Luego todo cambió y dio lugar a un proceso peligroso.
Antes los golpistas se encargaron de derrocar gobiernos democráticos hasta llegar al máximo expresivo del horror con Videla y secuaces.
Con el tiempo también personajes asociados al radicalismo de De La Rua, hicieron lo propio abriendo nuevamente las puertas a los proveedores de financiamiento y por ende, otro tremendo endeudamiento para los Argentinos.
De esa época persiste hoy, también en el gobierno de Milei, Federico Sturzenegger, eterno destructor del Estado difundiendo conceptos perversos para la despolitización.
Previo Mauricio Macri también junto a otros que comparten espacios con los libertarios, se encargó de dañar la imagen de la política a pesar de servirse de dicha misma.
Y hoy, que aumentan los arrepentidos o enojados con el proceso anti político, anti estatal y anti social, sostenido por Milei, no quedan dudas de logro tras años de lavado del pensamiento. La historia del mundo se basa en la acción política, y en la actualidad salvo excepciones de seudo dictadores o expansionistas como Trump.
En el caso de nuestra Argentina, el proceso de odio también histórico fue iniciado con el bombardeo a Plaza de Mayo. Años de publicidades anti democráticas camufladas de libertad y otras falsedades, lograron que se instale un gobierno que avanzada contra el Estado. Reviviendo procesos privatistas de apellidos inolvidables por su crueldad y entrega del patrimonio nacional, todos y siempre, bajo la batuta y protección financiera del FMI. Pensemos hacia dónde vamos nuevamente y no permitamos la insana despolitización del pensamiento.