Días atrás se produjo un hecho muy importante en la sede de la ONU que en el corto plazo, debería definir la situación generada por el expansionismo armado de quien se ha ganado la calificación mundial de genocida. Hubo repudio de la gran mayoría de los jefes de Estado que se retiraron cuando el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, expresaría su mensaje ante la Asamblea.
Claro acto de rechazo a las políticas belicistas implementadas contra el pueblo de Gaza, alegando el ataque contra el sector de Hamás, para luego ocupar Palestina a través de la Franja.
No es casualidad que mediante alta voces instalados en zonas ocupadas por Israel, se escuchara la indicación a los palestinos de retirarse de la zona. Método que recuerda similares despliegues por las autoridades nazis durante la segunda guerra en tierras ocupadas por sus fuerzas militares.
La población de Gaza padece la deshumanización impuesta por el gobierno israelí, que impedía la asistencia humanitaria para los que sufren los ataques ordenados por Netanyahu. Situación que ha generado la reacción mundial en reconocimiento de Palestina como Estado independiente.
En la víspera se reunieron Trump y Netanyahu en los EEUU con el fin de evaluar una propuesta, no desinteresada, ya que de aceptarse los 21 puntos, Trump pretende que Blair lo acompañe en la Junta de la Paz para la “reconstrucción”, el retiro de fuerzas israelíes que reemplazarían otras foráneas, desarme de Hamás y la “des radicalización” de la sociedad palestina. Nada imparcial.
Hay que ver ahora la opinión de Hamás, ante el reclamo de Netanyahu de liberar 20 rehenes israelíes sin mencionar los 2000 palestinos detenidos, incluye niños y mujeres, y 60000 muertos por sus ataques en la zona de Gaza.
Surge la incógnita por el acuerdo que establece un gobierno sin plazo, manejado por Trump, que impone la exclusión del Movimiento de Resistencia Islámica.