No hay plata solía decir el presidente Milei ante cada requerimiento de revisión de las medidas destructoras del tejido social, afectando a todos los niveles de un sistema económico desequilibrado. Nada para muchos y mucho para pocos, sigue siendo su modelo destructor del Estado. Y no es exagerado el decirlo porque su mensaje en la exposición rural fue tremendamente anti social, dictatorial frente a los derechos y consecuente con la concentración de la riqueza en muy pocas manos.
Si bien él como muchos otros con el tiempo prometían retenciones cero, la cosa no pasó de una reducción de algunos puntos. Reconociendo que antes hay que ordenar la economía redujo lo esperado en materia impositiva. No faltó algún empresario que aún así dijera que presiente que va camino a las retenciones cero. Pero fuera de este medio exclusivista en el que el superávit no importó a la hora de bajar recaudaciones, la cosa sigue mal y con vistas a empeorar.
Mientras tanto volvieron las ofensas y comparaciones escandalosas especialmente en boca de un presidente, que califica de genocidas a quienes no acompañen los vetos prometidos para joder a los destinatarios, los jubilados por ejemplo, que viven en condiciones alarmantes. Un discurso repetitivo en cuanto a su violencia refiriendo odio al Estado y a la justicia social, so pretexto de un equilibrio que no existe más allá de sus especulaciones numéricas rayanas con el absurdo sujeto a la exageración inmutable.
La falacia conjugada con injurias u ofensas indisimuladas, desafiantes y provocadoras, refugiándose en la investidura y el poder abusivo que todo lo puede. Nada de equidad y a la vez calificó a las retenciones de “abuso sistemático de la política para expropiar a los argentinos de bien”.
Aún así ligeramente reducidas siguen vigentes adjudicando la crítica a sí mismo por mantenerlas. Con aplausos orquestados, dejó otro amargor ofendiendo a la mayoría que para él, no somos gente de bien.
