Una de las pautas expresadas por el presidente Javier Milei acompañado por Luis Caputo y Federico Sturzenegger, refirió mantener el equilibrio y respeto por el manejo económico. Sintetizaban el enfoque alegando no gastar más de lo que ingresara, recordando algún mensaje similar de 2007 en Neuquén.
Concepto elemental que luego se deja olvidado y como vemos en esta gestión, Argentina está más endeudada que con la vuelta al FMI gobierno de Macri, y de hecho, gastando muchísimo más de lo que ingresa en una administración desarticulada y enemiga de la producción, de la generación de riqueza genuina y de la exportación salvo la nueva excepción que ofrece Vaca Muerta.
La economía estalló y está sostenida por el gran dibujo que combina datos falsos de inflación. Dicho esto porque según vemos con el desenfreno con las tasas de interés, da para pensar, suponer o sospechar, que la inflación es mayor a la que informan desde un INDEC intervenido y manejado de acuerdo al cuento del tío. O del presidente y su ministro.
Oferta del 70 u 80 % anual de intereses en el máximo nivel financiero es más que una advertencia de lo que ocurre con la economía. Y la solución no es que todo estalle y el gobierno salga expulsado por su propia influencia.
Ante todo, frenar el proceso desequilibrado y recapacitar sobre el devaneo economicista heterodoxo individualista inaplicable, que culpa a la persona humana como responsable de la crisis excluyendo a los que gobiernan. Y si hace falta veamos que a pesar de las zanahorias financieras, la intervención del sistema bancario, la intervención del dólar ahora indisimulada, la escena es evidente en cuanto al desmadre la famosa economía macro, afectando mucho más la crisis económica y social pergeñada por la renovada orden del FMI.
Conclusión: indisimulable capacidad de gobernar que en lo central, depende de una administración adecuada a favor de la sociedad y nunca en contra de su dignidad.
