La vida cotidiana en el gobierno nacional tras las elecciones legislativas nacionales, vuelve a la normalidad. Vuelve a la confrontación interna de la que el presidente no habla con el fin de no reconocer las tensiones intersectoriales; alimentadas por la ambición de poder trascurridos dos años de gestión. Menos tiempo para responder a esas ambiciones indisimuladas.
El presidente Milei sin perder el sarcasmo en discursos desafiantes, intenta el diálogo, en tanto por ejemplo, los gobernadores, se avengan a su modelo económico financiero, en estado de convulsión. Los mandatarios provinciales advertían en mayoría su desacuerdo con el abanico económico nacional.
Ahora son pocos los que advierten sobre la distribución inequitativa de los recursos, sin considerar el aporte provincial. Ejemplo del reclamo es el del gobernador Rolando Figueroa reiterando la necesidad de discutir el reparto con una nueva ley específica; sin olvidar el reclamo del retorno del Estado presente en obra pública y otros servicios. Lo que muestran como ordenamiento económico es el salvataje de Trump a Milei que puede ser cambiante.
Ya desde el JP Morgan destacaron que Argentina no necesita más dinero de auxilio; mientras que Scott Bessent desapareció de escena tras rumores de retiro de algún capital y buena ganancia. Habría que saber cuánto dinero puso el Tesoro de los EEUU en Argentina, cuánto costará, cómo y con qué habrá que devolverlo. Sumo la disimulada mala relación entre Javier Milei y Victoria Villarruel al parecer agravada.
Llegará Patricia Bullrich al Senado, con apoyo de Karina Milei; ostentando la futura jefatura del bloque libertario, que buscaría “el fin político” de la Vicepresidenta de la Nación.
La que al pasar aseguró que “Lo importantes es que los ciudadanos sepan que no robo, laburo mucho y con responsabilidad y que no he realizado ninguna traición. Ustedes creen que se debe ser servil y no lo soy”. ¿Y quiénes son los que roban Victoria?


