Desde el gobierno nacional se insiste en la existencia de un “superávit” sin más sustento que el dinero negado para la obra pública, servicios hospitalarios, educativos y el endeudamiento con el FMI. No es un sobrante real por exitosa producción y comercialización de productos en los mercados interno y del exterior. Lejos de ello la realidad social y comercial en ambos sectores, está deprimida y en caída por las políticas restrictivas aplicadas para lograr una baja inflacionaria, que no ha beneficiado a nadie por la falta de recursos.
Ya ingresaron al BCRA (Tesoro Nacional) los ansiados U$$ 2000 millones que durarán muy poco porque una cuota parte debe salir para cancelar deudas por U$S 824 millones, en concepto comisiones e intereses que cobra el FMI, Otro paso que aumenta la deuda de los argentinos de bien mientras que los que vociferan dicha condición se desempeñan de manera deshumanizada, quitando derechos y afectando los principales servicios como la salud, la educación y de hecho el sistema jubilatorio sentenciado a l veto reiterado.
De allí que hay que aceptar la acusación de aplicar la fuerza para imponer y sostener un modelo que está dañando a la Nación en sus principales aspectos.
Este último acuerdo con el FMI fue más irregular que los anteriores ya que se flexibilizaron plazos y disimularon el incumplimiento del gobierno de Milei, del que Georgieva se ha convertido en un apoyo electoralista, según sus declaraciones sobre el tema. A pesar del nuevo apoyo del Fondo al gobierno libertario, se ha agravado la situación económica y financiera del país, pero hablan de un stock de u$s43.000 millones en las arcas estatales. Cifra que festejan para la vidriera pero la realidad es otra muy opuesta.
Semejante endeudamiento para llegar nuevamente a una cifra existente en 2023, contando la deuda contraída antes por Mauricio Macri.
