La situación real en Argentina parece no ser vista, o al menos querer disimular, desde el FMI, cuya titular insistió diciendo que “Trabajamos mano a mano con las autoridades argentinas y somos socios con la Argentina, en primer lugar, y principalmente el Tesoro de Estados Unidos, debido a la magnitud de su apoyo, pero también el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, y lo hacemos porque vemos un cambio genuino para mejor en la Argentina en los últimos dos años. Hemos pasado de un crecimiento negativo a un 4,5% este año, lo que supone un ritmo más lento que el año pasado”.
Manifestaciones que no se han reflejado en la economía diaria y sí en cambio sigue la baja del consumo que a su vez provoca alarmas en proveedores e industriales. El poder adquisitivo fue aniquilado con respaldo del gobierno con la devaluación en el inicio de gestión; incitando luego a liberar remarcaciones de precios que superaron la suba salarial minimizada, con intervención directa del gobierno contra acuerdos paritarios. Generaron una situación favorable para grandes empresarios y dañaron gravemente el bolsillo popular que no se recuperó, demostrando que los datos optimistas del gobierno, del FMI, de Bessent y de Trump, son falsos.
Desde Washington alegaban que mantendrán el respaldo a Milei al menos hasta las elecciones para lo cual, se supone, aportarían otros flujos por u$s20.000 millones, que según informaron provendrían desde bancos privados, pero, allí otra vez aparecería la condición de no perder las elecciones del 26 de octubre. Por ahora el mercado desoye estas manifestaciones y las relativas al swap, y sostiene la demanda de dólares.
Es que el triunfo electoral, consideran en el gobierno de Trump; debería sumar legisladores para imponer cambios o “reformas” en materia laboral y fiscal; superando la adversidad demostrada en el Congreso Nacional con los resultados negativos ante los reiterados vetos a leyes muy sensibles a la sociedad.
Lo concreto que no se logró solidez económica y por el contrario, dieron rienda suelta también a la especulación financiera destruyendo políticas de inversión productiva, reemplazadas por importaciones y la bicicleta financiera repitiendo el viejo modelo de Martínez de Hoz, replicado por Menem, De la Rua, Macri y hoy por Milei. Nada cambió, el FMI es el mismo y las políticas especulativas y de vaciamiento son las mismas, y de ehcho, el mercado especulador sigue siendo el mismo.
El agravamiento no son las elecciones ni su resultado sino la dictadura economicista que vuelve a los negociados para grupos minoritarios, a costa de renovados endeudamientos que comprometen el patrimonio nacional y por ende del pueblo argentino.

