Finalmente podría decirse que desde el gobierno nacional apelaron tal vez al último remiendo con la nueva deuda ante el FMI. Operación contable por la que niegan su compromiso y buscan de no hablar de las obligaciones futuras. Tal vez porque no les importen los años venideros ya sea porque no deberán pagar de la nueva deuda pero sí de la anterior, negociada por Mauricio Macri, que demanda pagos extraordinarios por intereses a un país desvalido y nuevamente endeudado.
O quizás intuyen que no podrán ganar las elecciones presidenciales y entonces, dejarle los gravísimos problemas a quiénes asuman la gobernabilidad cada día más debilitada por este descalabro económico y financiero. Un país que ha perdido capacidad productiva o mejor dicho se la han congelado, manipulando la economía genuina para mal; y abriendo, nuevamente, importaciones asesinas de la industria nacional. Asimismo hay que saber que la deuda pública asciende a unos U$S 500.000 millones.
Faltan todavía algo más de 2 años y medio de una gestión de la que no se ve más que promesas futuras. Otra vez nos dicen que con el ingreso de los dólares de la nueva deuda se fortalecen las estructuras financieras internas y eso atraerá inversiones. Ya lo vivimos y lo estamos sufriendo año tras año. En un escenario mundial en el que los grandes capitales son orientados a la mayor seguridad y el cuidado ante el cierre de los mercados comerciales, tenemos un gobierno aperturista que ofrece hasta el título de propiedad, o si prefieren, la soberanía de nuestro país.
La industria, salvo la devenida de la explotación de Vaca Muerta aunque amenazada por la crisis provocada por la locura arancelaria de Trump; estaba en caída por la destrucción del sistema económico nacional, con reducciones de productividad, consecuente baja de la oferta laboral, y la inevitable pérdida del poder adquisitivo estimulado más aún, por una inflación progresiva en valores dolarizados.
El gobierno nacional obliga a las provincias a reducir actividades estrangulando el flujo redistributivo de los aportes comprometidos rompiendo el contrato en cada uno de los casos ante algunas provincias como la del Neuquén, pudo afrontar para evitar la parálisis estructural. Miles de obras paralizadas renovando el atraso ante un mundo competitivo que ya no acepta las órdenes de los EEUU. Obras congeladas que provocaron desocupación laboral y aumento de la miseria floreciente entre los discursos absurdos y los espejitos de colores de tiempos que creíamos superados. Todo indica que retornamos a los inicios del siglo XX y las injusticias sociales existentes.
Agrava la situación este Donald Trump que avanza y retrocede con sus locuras proteccionistas, enfrentando a las potencias amigas y a las no tanto, mientras que genera desequilibrios peligrosos que no sabemos en qué pueden desembocar. Un presidente de potencia amenazante de daños peligrosos que pueden trasladar la realidad global, a los tiempos en que el expansionismo armado organizaba aguerras para captar bienes ajenos a costa de la muerte con ataques armados, exterminios humanos y asesinatos masivos para concentrar la riqueza ajena. No es una casualidad el estímulo a las declamaciones y acciones derechistas con gestos y acciones propias de uno de los peores males de la sociedad y la historia mundial, que conocimos como nazismo y fascismo.
Ante este imaginado escenario sería mejor no apostar a la anarquía y sí profundizar el ordenamiento equilibrado, equitativo y necesariamente solidario, para fortalecer el contenido de nuestra codiciada República Argentina, que no debe exponerse en ninguna vidriera financiera, tal como se dijo que nuestra bandera no esté atada a ningún carro triunfal del enemigo.
Ese es el gran riesgo que sufrimos en lo bélico por las locuras de los dictadores cívico militares, que hoy son reemplazados por las invasiones economicistas a las Democracias cuyos gobernantes se distraen o no saben cómo cuernos administrar la Nación. 04 13 25