Si no reaccionamos vamos a camino a un escenario insoportable, en el que el odio y el abuso de poder público, serán cosa corriente. Todavía no lo es porque algunos jueces atienden parte de los reclamos, frente a las descalificaciones que el presidente Javier Milei, practica a pesar de haber dicho que dejaría de hacerlo.
Parece el modo de un adolescente desorientado que procede de manera desacertada a raíz de lógicas inexperiencias. Pero no es el caso porque se trata de un adulto que además, ostenta nada menos que la investidura de presidente de la Nación. Se trata del cargo máximo de un país, sin perjuicio del poder que ejercen por ejemplo, poderosos monopolios económicos. De esto hablaremos en otro momento.
Lo que existe y es absolutamente visible es la conducta del presidente atropellando a los más sufrientes y de menor capacidad de defensa. Parece un absurdo pero es lo que demuestra quien tiene en sus manos un gran poder institucional, a lo que hay que agregar el abuso del mismo, avanzando sobre temas, personas y leyes inclusive, como si viviera en una monarquía.
El último de los variados ataques evidenció esta conducta individualista de espaldas a la Constitución Nacional, acometiendo abiertamente contra los legisladores nacionales. Embate desmedido por votar en contra de sus intereses representativos de los mandatos del FMI, aplicados durante otros gobiernos neoliberales; exige restricciones anti humanitarias.
Repetido negocio con endeudamientos para ganancia del FMI, a costa de sacrificios sociales. Este tema ya fue abordado desde OP y se repite por los hechos destructivos.
No se trata sólo de instituciones estatales, se incluye a los que en definitiva integran la Nación, que en conjunto se llama pueblo argentino. Es necesario que en el Congreso Nacional se multipliquen las coincidencias, para evitar más daño y rescatar la descalificada justicia social.