Deben demostrar que no hubo corrupción con la compra de medicamentos, que no tienen nada que ver con el famoso laboratorio ni sus dueños, que nadie cobró coimas y que lo que dijo uno de los propios, Spagnuolo, y no unos periodistas o un dirigente político adverso; es falso.
Se agregó la aparición de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en un canal de TV en el que hasta hace poco tiempo, estaban tan comprometidos con Milei como lo estuvieron con Macri, apoyando incondicionalmente las gestiones. La funcionaria a la pregunta del periodista Pablo Rossi negó el pedido de allanamiento de domicilios de empresas y periodistas perseguidos, tal el caso de Jorge Rial y Mauro Federico. La respuesta de Bullrich fue destruida con la lectura del escrito original, destacando que sí había pedido la intervención en dichos domicilios.
No satisfecha con su embarrada la funcionaria volvió a negar el requerimiento alegando que eso significaba reunir pruebas o algo así. Tremendamente absurdo, abuso de falsedad ideológica y falta de respeto con las audiencias, especialmente adeptas a la línea editorial del canal.
Horrorosamente perversos, soslayan la irracionalidad, el abuso de poder y la impunidad. Están logrando que sus propios funcionarios critiquen sus conductas, salvo los que negocian las listas electorales. Ya se dividió el bloque legislativo, son casta pura, tuvieron malas experiencias en la calle.
Aunque le peguen a las personas frente al Congreso el miedo se fue diluyendo y lo grave es que la impotencia, los lleve al extremo de exhibir más estilo dictatorial y que algunos califican, como la dictadura que señalaron en Venezuela. No olvidar que llevaron la economía a un extremo peligroso y sus amigos circulares rojizos se lo reclaman, como lo hacen los sectores populares que tradicionalmente repudian. Básico: que declare Spagnuolo y todos los referidos en el tren fantasma más destacado y real de los que hemos conocido.
