Vivimos un proceso autoritario en el que nada sirve fuera de la concepción presidencial con las indicaciones de su hermana, reconocida como “el jefe”. Contradictorio con la investidura, hoy degradada. Pregonaron violencia, generaron hambre y quieren ánimos pasivos. No hay alternativas dicen con amenazas y sarcasmos abusivos de su autoridad. Surgen consideraciones de diversos actores que alegan una especie de cortina para encubrir las verdades de la realidad económica, financiera y comercial. Desde la línea ortodoxa encendieron alarma ganándose críticas y ofensas del presidente. Nada ni nadie se salva si se resiste al autoritarismo. En las últimas semanas el gobierno se enredó en situaciones negativas, adornadas con mensajes inadmisibles por el absurdo y la falsedad de los dichos de Milei y Caputo, agravados por Patricia Bullrich. Proceden desde el poder, impunes y absolutos dando la espalda a la legalidad. Recordemos a Bullrich sobre que “el que quiere andar armado que ande armado”. Hoy ella misma acusa de portación de armas inexistentes y calla cuando plantan una pistola pateada por un policía en el césped, a modo de anzuelo para que alguien la tome y tengan justificativos. Los verdaderos violentos incendiarios o supuestos barrabravas, no fueron detenidos, nunca lo son. Por ello nunca pueden justificar las acusaciones ante la justicia. Y si fuera poco, la ministra ofreció dinero para comprar versiones sobre lo que no pueden demostrar. Detenidos al barrer, violencia armada sin control y renovada amenaza de un gobierno cada día más dictatorial. Agrego ¿porqué cuando no hubo policías ni gendarmes en las marchas, no hubo vandalismo ni violencia? Para peor sus voceros piden estado de sitio indignados por el clima que han generado; con restricciones de vida para pagar una deuda impura e inmerecida por los argentinos obligados a la dictadura económica y algo más grave en desarrollo. Olvidaron a Cabezas y ahora exhiben a Pablo Grillo.