Con la etapa II del gasoducto pendiente o la planta compresora de Las armas, entre otras falencias, la ciudad de Mar del Plata está sin gas. Ya no se trata de los cortes o reducciones del servicio acordados a cambio de tarifas menores en otras épocas del año, sino que a la falta de GNC se sumó la del gas en domicilios.
Tiempos de muy bajas temperaturas con la consecuencia agravante de estos faltantes que no sólo acarrean problemas en los hogares desde los que mayoritariamente votaron a los candidatos libertarios. Los mismos que estuvieron buscando personas en situación de calle pero no para asistirlos.
Lo hicieron para perseguirlos, maltratarlos y quitarles las pocas pertenencias que usaban como insuficiente abrigo. Allí va el intendente Montenegro ufanándose de las acciones que amerita calificar de fascista, racista y anti humanitario. ¿Esa es la solución ante la pobreza y la rigurosidad de las bajas temperaturas para quienes no tienen más techo que el cielo? Un panorama colmado de injusticia social que exhibe el efecto de la absurda motosierra y restricciones en la obra pública suspendiendo o demorando el nuevo ducto hacia el Este.
Con el tremendo gasoducto Néstor Kirchner y la abundancia gasífera que ofrece la formación Vaca Muerta, no han logrado interpretar lo que significa mejorar la calidad de vida y a la vez, prever este tipo de complicaciones meteorológicas. Dicho todo esto sin olvidar la parálisis de obras en el enlace del Norte del país para la tan comentada reversión.
Abandono de acciones de parte del gobierno nacional del que no se sabe qué cuernos hace con todo el dinero que no se invierte en este rubro, en salud, con el hospital Garrahan en crisis y suspensión de residencias rentadas y un sinfín de sectores. No se entiende que buscan. Lo que se ve, es la destrucción de la casa grande; la Nación que debe alojar y proteger al pueblo argentino, hoy en gran parte desesperando.
