Neuquén Patagonia - República Argentina
Fecha de inicio 28 de abril de 2006

Si ella lo dice…

Ayer y hoy de la jueza federal

Cada día aparecen situaciones de verdadera alarma que son consideradas con una naturalidad que sorprende. Nos acostumbramos a la mala onda que flota en cada esquina, página o ahora también juzgado que esté de turno. En este caso es el de la jueza federal Sandra Arroyo Salgado que dio vuelta una página que ella en parte escribió y que ahora quiere borrar.

Esperemos que no sea tarde porque si una jueza enciende sus alarmas sobre el proceder en el servicio judicial, dicho filosóficamente, “estamos en el horno”.

Imagínate qué nos puede ocurrir a cualquiera de nosotros, los de abajo, si en algún momento a alguien se le ocurre aplicar determinado artículo de una norma legal adecuada al fin de jodernos lo más posible, para satisfacer el odio de los que empuñan el poder.

El ser humano descubrió el efecto del fuego cuando sintió el dolor intenso de la quemadura. Luego aprendió y lo usó para mejores fines pero cada tanto, cometía el error y volvía a quemarse tal ocurre en nuestra cotidianeidad.

La jueza que enarboló banderas superiores en torno a su desempeño hoy asegura que “La justicia argentina está en un estado de agonía silenciosa. O reconstruimos una justicia independiente, o vamos hacia el deterioro final. La corrupción atraviesa los tres poderes del Estado y pone en jaque el funcionamiento democrático”.

Tremendas aseveraciones que deberían de dar miedo en lugar de ignorarlas.

La jueza federal de San Isidro (Bs As) advierte que “La justicia está en un estado de agonía silenciosa. Somos muy pocos los que estamos alzando la voz para reclamar al poder político que resuelva esta situación crítica. Estamos en un momento bisagra. Solo tenemos dos caminos: o reconstruimos una justicia independiente, o vamos hacia el deterioro final, lo que no le conviene a nadie”.

En realidad serán pocos los funcionarios del palo judicial, porque la queja y la advertencia por el proceder de jueces y fiscales hasta el máximo nivel, es motivo de descreimiento y crítica del común denominador de los argentinos y argentinas.

La jueza que intervino en casos de lavado de dinero de personas residentes no en un barrio periférico colmado de pobreza y necesidades desesperantes, sino en pleno  “Nordelta”. Sede de personajes poderosos económicamente que se han cargado la legalidad para tirarla a la basura, con la asistencia de funcionarios que sepultaron expedientes judiciales.

Arroyo Salgado comentó que “Tuvimos que recurrir a técnicas sofisticadas de investigación, como el uso de drones, por la dificultad de penetrar los controles de seguridad de barrios cerrados como Nordelta. Había depósitos de personas de diversas nacionalidades: brasileños, paraguayos y chinos. Detectamos también una sociedad pantalla que financiaba la llegada de estudiantes universitarios brasileños, mientras en Brasil ya se los investigaba por delitos similares”.

Agregó que “Comprobamos el lavado de al menos 520 millones de dólares provenientes del narcotráfico. Lavaban activos utilizando criptoactivos, lo que dificulta trazar y vincular las operaciones a personas físicas concretas. La debilidad y la opacidad institucional son enormes. Hay corrupción estructural atravesando los tres poderes del Estado, y los funcionarios con el conocimiento para perpetuar estos mecanismos trascienden gobiernos y colores políticos”.

Definiciones que deberían generar renuncias espontáneas de jueces y fiscales, o en caso contrario inmediatas investigaciones sin las demoras propias del procedimiento judicial amañado y sostenido con chicanas propias de los inescrupulosos, aceptadas por connivencias absolutamente indebidas.

Y si lo ante dicho es insuficiente veamos lo que sigue de parte de Arroyo, al referir que “Ya no se trata solo de las cabezas; todo el cuerpo de la justicia está debilitado por la cantidad de vacantes. La Corte no representa el federalismo. Sería muy importante ampliar y diversificar su integración, tanto por zonas geográficas como por género. Alguien sin estabilidad no puede ejercer eficazmente una tarea tan crítica como representar los intereses generales de la sociedad ante el delito”.

Contenidos previos que dan cuenta de que la voz popular motivada por la desconfianza y la pérdida de credibilidad ante hechos increíbles devenidos de fallos sorprendentes, no fue desacertada.

Compartir este artículo: