La vida, en casos, está colmada de paradojas a las que solemos acostumbrarnos y allí, reside el error que puede atemperar las verdades que nos rodean. Existe el uso del rigor, en casos habitual, porque algunos confunden el orden con la dominación.
Son los mismos que cuando existe lealtad y conducta política de los que piensan, los soslayan para que no crezcan. La historia demuestra que los que más odiosos se mostraron, están comprometidos con situaciones ilegales. Hoy escuchamos ataques de algunos que en otros tiempos fueron los preferidos en una relación que hoy niegan.
Hay que requerir y respaldar la acción de la Justicia, que debe ser permanente y no transitoria como algunos la prefieren. Son los que ante voces coincidentes con pensamiento propio y no escrito por terceros, jugaron en contra por impotencia política. Oficiaban de verdugos desde las sombras, contra los que pensaban y hablaban como ahora lo hacen ellos.
Se convirtieron en críticos de los que aplaudieron, como si el resto no tuviera memoria.
Reitero que los delitos de cualquier índole ameritan correctivos, y son criticables hoy, como debieron serlo en su tiempo de cometido sin disimulos. En definitiva, vale sostener conductas y no parecerse a un poliedro que refleja diferentes luces. Es mejor tener una sola cara aunque reciba todos los golpes.
No es vergonzoso tener que mostrar los moretones si el causal fue ser fiel a la idea; y no sumiso al mal humor, al mal trato o a ese “ninguneo” que finalmente, lo que hace es fortalecer el respeto por el compromiso con las causas justas.
Allí están las diferencias que evitan cambiar de caballo en mitad del río. No obstante, no es culpa del caballo sino del que lo elije o cambiando de rumbos según le convenga; por premios que no contemplan la calidad, precisamente.
