Trabajadoras o trabajadores hipnotizados, aunque no todos, alegan que hay que aceptar las medidas que repite un gobierno neoliberal. La reforma laboral no es nueva sino la insistencia de lo conocido hace muchos años atrás, y lo que incluye la Ley Bases aunque lo nieguen Sturzenegger, Caputo y Milei.
Es increíble que se produzca la aceptación de más pauperización. Sectores del empresariado con gran poder, insisten en imponer lo que la historia conoció y ha rechazado, con la decisión responsable de la mayoría de los trabajadores y no de todos sus representantes sindicales.
La tibieza de la CGT lo vuelve a demostrar ante un gobierno que no es popular en sus preceptos, aunque de todos modos se están conociendo expresiones de la resignación con el triste “es lo que hay”. Cuanto menos se resistan las medidas destructoras de los Derechos, más avanzarán con la restricción de los mismos. Eso merece llamarse esclavización que comienza en este tiempo por el factor sicológico que indica que “es esto o nada”. En el pasado que critican el sueldo alcanzaba para costear la vida y otros gustos aunque hubo mejoras incumplidas.
Y en esto cito al gobierno de Alberto Fernández que fue el más indefinido de la posición que no asumió en plenitud. A este proceso se agrega el perdón sin costo a los empleadores que registren sus negados trabajadores. Cuál será el beneficio para el sistema agregando la cuestión previsional. Si hubieran registrado décadas atrás millones de trabajadores, otros tantos se hubieran jubilado y hubiera habido más consumo con mejores sueldos de ley, con un sistema laboral parte del círculo virtuoso.
Las reformas buscan menos impuestos para aumentar ganancias a los grandes empresarios, que no reinvierten ganancias sino que las fugan comprando dólar barato. La escena indica que el diálogo no será tan amplio, el PRO no será necesario y que el gobierno va por todo sin consenso y el avance indisimulado de Karina Milei y equipo.


