Cuando se dice y se apoya la defensa los intereses provinciales, hay que incluir, obviamente, también la concepción federalista para fortalecer esa defensa. Y para ello hay que ratificar la importancia de contar con un Estado presente, activo, coordinador y en casos específicos relativos a la sociedad, rector en materia de Derechos.
Dicho porque tras el resultado electoral legislativo, se reflotan las mentadas reformas que impulsaran Martínez de Hoz, Cavallo, Sturzenegger, Carlos Menem, de la Rúa, Macri y ahora Milei. Unos u otros acompañados por los ministros que hoy siguen en el gabinete nacional como Luis Caputo, Patricia Bullrich y otros menos visibles con cargos públicos o como empresarios negociando con el Estado.
El núcleo es el Estado que quieren destruir tal lo conocemos, y debe prevalecer para solucionar la problemática social, profundizada por el economicismo pro privatista. Aspecto que hay que trabajar políticamente como se lo hace en el Neuquén, para garantizar servicios, acciones y obras que el sector privado no atiende por inexistencia de rentabilidad.
Hay que anteponer a la ola privatista el retorno a las fuentes filosóficas e ideológicas de una sociedad, que no debe perder logros sino sumar mejoras conceptuales, funcionales y materiales. No por un falso modernismo dañemos el tejido social con la esclavización económica y las privatizaciones.
La historia advierte del daño causado por el empresariado fagocitando el patrimonio estatal, que en casos se rescató y no hay que volver a perder. El gobierno nacional con su concepción privatista quiere liquidar el patrimonio estatal, que es la riqueza de los pueblos.
Frases como “la hora de los pueblos” o “el Estado somos todos”, expresadas por diversos dirigentes del mundo, son apropiadas para la defensa pacífica del patrimonio público al servicio de la sociedad, y no como botín comercial de grupos monopólicos.
