La organización conocida como Naciones Unidas: Oficina contra las drogas y el crimen – UNODC – emitió un informe que contrasta con las afirmaciones del presidente de los EEUU, Donald Trump, al parecer, para justificar su asedio armado frente a las costas de Venezuela.
País que dicha organización considera y califica como marginal en el movimiento de drogas con destino a los EEUU y Europa. Sobre el tema desde la ONU aseguran que Venezuela es “un territorio libre del cultivo de hoja de coca, marihuana y productos similares, así como de la presencia de cárteles criminales internacionales”.
El tema fue explicado por Pino Arlacchi, en su carácter de ex Secretario General adjunto de la ONU, asegurando que en realidad “El gran engaño contra Venezuela, es la geopolítica del petróleo disfrazada de guerra contra las drogas”.
Situación contraria sí se da en países cercanos como Guatemala, Colombia y Ecuador según surge del mismo informe. Autoridades de la UE advierten que desde los puertos de Guayaquil (Ecuador) parten los barcos que transportan contenedores cargados de plátanos, pero también de cocaína. Detalle importante es el que refiere el haber descubierto en estos despachos, pero en un solo barco, unas 13 toneladas de cocaína, despachada gracias a la connivencia de funcionarios ecuatorianos.
Otro de los aspectos referidos es el que identificara a grupos delictivos actuantes en Ecuador calificados como “mafias colombianas, mexicanas y albanesas”.
En síntesis aparece un comparativo que indica que desde el Ecuador manejan el 50 % de las drogas en cuestión; pero produce apenas el 5 % de petróleo y ese en realidad; sería el producto que le interesa a Trump.
El mismo hidrocarburo que Venezuela produce en gran escala por lo que está considerada como integrante de la OPEP.
Vale referir que en este contenido no se omiten detalles políticos que van por otro carril y que incluso hasta desde el Brasil han sido objetado por su presidente Lula Da Silva.
Lo que surge de la información oficial de la ONU permite inferir que Trump busca el modo de intervenir Venezuela para que, en nombre de un supuesto sistema democrático, tener acceso directo a la explotación petrolera de ese país. Política ya demostrada por varios gobiernos estadounidenses en casos de promociones bélicas en el Medio Oriente, por ejemplo, o como el caso de Ucrania, que por asistencia armada “en nombre de la paz” negociaron con dicho gobierno para quedarse con la el producido de recursos naturales a cambio de la deuda económica generada por el estímulo de la guerra.
El que comenzara con la avanzada de la OTAN con el famoso escudo misilístico, para instalar bases en Ucrania, incorporando incluso al país a la referida “organización”. Esto último como justificativo adicional para sumarse al asedio contra Rusia que como era de esperar, respondió con el mismo rigor con el que fuera amenazada por diversos países asociados a las políticas de los EEUU.