Darle la espalda al Congreso Nacional fue un acto de negación del Estado de Derecho, irrespetuoso, grave y repudiable. Le sumó el decreto 70 agregando la ley de Bases para finalmente disponer de poderes amplios o facultades especiales para maquillarlos. Los legisladores fueron ratas y alguna otra descalificación injusta.
De allí en más también logró cambiar posturas adversas por ese curioso poder de disuasión.
El presidente y equipo disfrutaron de una propagación de medidas en casos anti constitucionales. Siempre en contra la sociedad quitándole Derechos con el apoyo de aquellos héroes que seguramente no lo fueron y sí sólo adeptos a un proceso de deshumanización.
Pasaron los meses hasta que la postura extrema del anarco capitalista cruzó límites peligrosos y el Congreso reaccionó a pesar a las amenazas y ardides para bloquear la acción legislativa. Ante esto Bullrich denunciaba un “golpe institucional” ordenando a Villarruel que se levante y cierre la sesión.
Querían frenar la mayoría necesaria respaldando leyes equitativas. Desde el gobierno repitieron amenazas repudiables tras la orden de la ministra de seguridad, con el avance del Ejecutivo contra el Legislativo. Milei amenazó que otra vez vetará las leyes por el falso superávit sostenido con deuda; y no con recaudación genuina devenida de la producción, inversiones y desarrollo mediantes.
Antes deberían erradicar la bicicleta financiera de la cual se sirven en un acto sospechado de asociación ilícita. Lo que recuerda a los capitales que vienen y se van, especialmente tras la orden del JP Morgan; generando un desequilibrio por el que el mercado retiró capitales y compró dólares llevando su precio lejos de la banda inferior.
Todo esto contra los gobernadores; el reparto de los ATN, del impuesto en combustibles, incremento de los haberes previsionales, el bono y la justa moratoria previsional.
